Pues lo siento, pero se equivocan. Si alguien te puede convencer de que existe un hombre invisible en el cielo, te puede convencer de que cometas cualquier locura. Como las locuras que cometieron muchos de los seguidores de Harold Camping.
Ellos, ingenuos, incautos, creyentes al fin y al cabo, creyeron que era el fin del mundo, pero sólo fue el fin de sus ahorros:
Varios seguidores del movimiento renunciaron a sus trabajos, gastaron altas sumas de dinero despidiéndose de los suyos e invirtieron miles de dólares para apoyar carteles y avisos publicitarios que advertían a los demás sobre el ‘inminente’ fin del mundo. Por ejemplo, se instalaron decenas de vallas en carreteras de EE. UU. y Canadá.
Eso por no mencionar los casos en que padres asesinaron a sus hijos y luego se quitaron la vida porque llegaba el día del Juicio Final.