En Colombia nunca podemos hacer bien lo que hacen en las otras partes del mundo. Lo que los otros hacen bien, o hacemos lo contrario, o lo copiamos mal. Y lo que los otros hacen mal, lo copiamos bien.
Por eso no es de sorprender que el menú religioso del país haya aumentado:
No hay evidencia de que el Paraíso exista, sentenció esta semana el científico Stephen Hawking. Para él, no hay cielo al cual aspirar después de morir. Parecería que el mundo es cada día más escéptico y racional. Muchas voces dicen que las iglesias se están vaciando, y otros tantos estudiosos anuncian que las próximas generaciones crecerán sin creencias.
La nota empieza con optimismo. Aunque, debo admitir que estoy un poco celoso: yo digo cosas como la que dijo Hawking todo el tiempo y nunca se arma este jaleo en los medios. Ojalá el mundo alcanzara un poquito menos de inmadurez y más generaciones estén creciendo libres de creencias irracionales.
Sin embargo, la noticia para Colombia parece ser que estamos condenados a ser un caldo de cultivo propicio para el disparate:
Pero no es así. En Colombia hay muestras de que la fe está más viva que nunca. Lo que ya no es evidente, sin embargo, es que todos estén repitiendo el mismo credo.
En 1994 fue expedida la ley de libertad de cultos en Colombia, y ya se están empezando a ver sus efectos. Que de ese año hasta hoy el número de protestantes en Colombia haya aumentado de 2 a 5 millones de fieles (hace 50 años no eran más de 70.000) señala un boom más que revelador en un país principalmente católico. Registradas hoy en el Ministerio del Interior existen 1.967 iglesias cristianas evangélicas (pentecostales y carismáticas) y cada día es más frecuente oír de gente que migró de una religión a otra.
Que haya más protestantes en el país y no tantos católicos tiene sus repercusiones: los protestantes no prohíben el matrimonio de sus pastores por lo que se podría disminuir el número de niños víctimas de la pederastia católica.
También es provechoso que los protestantes tienen un ética del trabajo más responsable que la católica, lo que podría verse reflejado en los índices económicos. Sin embargo, a la hora de negar la ciencia, son tan o más encarnizados que los musulmanes: niegan la evolución y su aumento en números podría significar que entre a competir en los currículos académicos el sinsentido del creacionismo con la evolución, lo cual sólo sirve para hacer más complacientes los currículos académicos y cría niños que niegan la realidad más básica (eso siempre ha sido una condición innata de la religión).
Y por supuesto se va a radicalizar la homofobia.
“La demanda en el panorama religioso del país ha modificado la oferta”, dice María Angélica Ospina, antropóloga de los Andes. Y añade: “A mayor incertidumbre de los tiempos, mayor recurrencia a la fe”.
Yo no lo pude haber dicho mejor: para que exista religión, se requiere ignorancia y miedo.
La gente siempre ha buscado una guía en la religión, pero hoy parece que el sermón ya no basta, sugiere el sociólogo Fabián Sanabria, cuya tesis doctoral fue sobre religiosidad. “Los feligreses quieren estrategias, soluciones concretas a sus problemas”.
Y… las personas son idiotas. Lo único que ha provisto de respuestas y ofrecido garantías es la Ciencia. Nunca, jamás de los jamases, un dios ha bajado de su pedestal desde donde observa con complacencia las catástrofes humanas y ha ofrecido una solución.
No sólo “los feligreses quieren estrategias, soluciones concretas a sus problemas”. También los no-creyentes las queremos. Pero sólo los que recurrimos a la Ciencia somos los que las conseguiremos.
En el terreno de la sanación física y espiritual -que no deja de crecer en el país- coinciden creencias tan disímiles como las iglesias cristianas, la santería e incluso algunas vertientes del catolicismo, como la que lidera el padre Álvaro de Jesús Puerta, que impone las manos a sus miles de fieles en Soracá (Boyacá).
Asumidas como un método terapéutico, estas religiones se valen de los dones sobrenaturales de su guía o su pastor -de la profecía, la sanación o la liberación, entre ellos-, en quien los fieles depositan todas sus esperanzas de cambio y mejoría. “Estas prácticas están entrando a reemplazar la falta de acceso a un sistema de salud efectivo. Actúan como una necesidad de hermanarse con otros en un contexto de dolor: el encuentro con el otro sana”, agrega Ospina.
Claro, como no todos pueden acceder a lo que funciona, entonces volvámonos susceptibles a la charlatenería y magufería de los embaucadores profesionales. Qué ganas tiene la gente de perder su dinero.
Mientras el catolicismo ha cedido espacio en la pastoral popular, el protestantismo ha logrado colarse. Llenar el espacio de la cotidianidad en la gente, incluso hasta el punto de volverse imprescindible para muchos fieles que sienten tener un nombre y apellido propio en sus cultos.
“No basta entender solo la alienación del sentido, sino el sentido de la alienación -explica Sanabria-. Aquello que nos aliena también nos da sentido y los seres humanos siempre vamos a necesitar sentido. Eso lo viene a ofrecer una fe”.
No a todos. A los que les da sentido la religión -cualquiera que sea la fascista superstición que suscriban- es a aquellos que han sido amputados emocionalmente y están condicionados a creer. La creencia es como una muleta. Es una deformación emocional y esas personas no tienen vuelta atrás. Han sido dañadas más allá de lo reparable. No conciben el mundo sin el dictador celestial y sus capacidades críticas se han visto mermadas considerablemente.
En el panorama hay sed de creer. Unos la beben con miedo y culpa. Otros, se la toman con una entrenada calma -como quienes se acercan al budismo, otra de las religiones que cada día gana más adeptos- y al final todos con el agradecimiento por haber hallado una respuesta después de tanto buscar. Encontrar ese cielo que dicen que no existe.
Lo dicho: amputados emocionales.
Cristianos de nueva generación
Avenida Suba, cerca de la calle 100, en Bogotá. Hay filas de gente -jóvenes, en su mayoría- que se extienden por varias cuadras. Podría pensarse que están a la espera de un concierto de rock, pero, en realidad, buscan encontrar un lugar para oír a Andrés Corson, el pastor de la iglesia cristiana El Lugar de Su Presencia.
Es miércoles, y unas cuatro mil personas, organizadas por voluntarios en uniforme, ocupan un lugar en el auditorio principal y en los dos anexos, que ofrecen transmisión en pantallas gigantes (la iglesia tiene 20 casas en el barrio La Castellana). Una cifra semejante se reunirá ese misma noche, igual que cada sábado y domingo.
Lo primero que suena es un grupo juvenil de alabanza. Los asistentes saltan, levantan los brazos, cierran los ojos y corean frases como Fuego, fuego, que no se apague el fuego, porque este party no se acaba en mi corazón…. El ambiente ya está listo para la entrada del pastor: lo hace como una rock star.
Qué lástima me generan las personas que se ofrecen voluntariamente para ser engañadas. Que hacen fila para que les mientan en la cara, para recibir falsas esperanzas, consuelos que son puras fabricaciones y de paso para que les dicten unas retrógradas y fascistoides normas éticas que desconocen los avances sociales y humanos de los últimos 250 años.
En medio de este escenario ultramoderno, Corson empieza su prédica. “Cualquier relación espiritual que no sea con Dios es un bloqueo. Entre ellas, el ocultismo, el horóscopo, Harry Potter, la pornografía, la masturbación. Si renuncian a eso, Dios los llene”, son algunas de las frases que se le oyen. La gente toma notas en sus cuadernos o en sus teléfonos celulares.
Pues dios se puede meter sus virtudes por el culo y que se llene por ahí, porque lo que soy yo, no renuncio ni a Harry Potter ni a la pornografía ni a la masturbación.
“Los jóvenes necesitan que una persona íntegra les hable claramente”, dice.
Esto ya es el colmo de la mentira. ¿Qué clase de persona íntegra condena Harry Potter, la pornografía o la masturbación?
La patética y cobarde historia de la censura en las religiones pone de manifiesto que una persona que promulga ese tipo de comportamientos será cualquier cosa menos decente o íntegra.
“Empezamos dos y ahora somos 17.000 personas”, cuenta Corson en relación con el crecimiento de su iglesia, que tiene un énfasis en la juventud e, incluso, en la niñez (existe Su Presencia Kids, para niños desde los 3 años). ¿Qué ofrecen? “Sanar a las personas. Cuando Dios comienza a revelarse, las personas ven todo el vacío que había en sus vidas”, explica el pastor.
¿Su Presencia Kids? ¿Este cabrón ya está adoctrinando niños desde pequeños? Eso es maltrato infantil. Los niños no tienen la culpa de tener unos papás con unas vidas poco satisfactorias emocionalmente, que requieren de falsas soluciones y charlatanes para encontrarle algún sentido a sus patéticas existencias. Creo que un niño con padres así ya tiene suficiente sufrimiento como para ser suscrito a una secta desde antes de tener cualquier uso de razón.
Sanarlos de su pasado, de abusos físicos, verbales o sexuales que han padecido, del faltante de padres. Para ello, la iglesia tiene una estructura de grupos de conexión -que muchos asumen como su nuevo grupo de amigos-, que se reúnen cada semana y en los que comparten experiencias y hasta destapan malas conductas de sus pares.
Ahh, la exquisita descripción de una sociedad policiva en la que la libertad es un obstáculo.
Corson hace hincapié en que la mejor estrategia para no caer en tentación es la abstinencia. “De sexo, droga, pornografía”.
Yo digo lo mismo: para no caer en la tentación del falso consuelo, la falsa esperanza y los comportamientos eminentemente fascistas lo mejor es la abstención de someterse a un canalla celestial que trata a los humanos peor que estos a sus mascotas y tiene absurdas exigencias. Lo mejor es abstenerse y refugiarse en el sexo y las demás formas de satisfacer las necesidades naturales que vienen con el cuerpo.
La homosexualidad, para él, debe ser curada. “A veces Dios los sana del todo, a veces no. Entonces, lo que proponemos es abstenerse”.
Lo diré de manera muy sencilla: existen miles de especies animales que tienen prácticas homosexuales. Sólo una (la especie humana) practica la homofobia. ¿Cuál es la enfermedad?
¡A quien hay que curar es a Corson, tipo intolerante donde los haya!
También habla de “prácticas repugnantes” como el divorcio, el adulterio o los noviazgos “sin propósitos”.
Claro porque si tienes un marido que te golpea o uno que no te hace el amor, estás condenada a seguir atada a él para el resto de tus miserables días.
El desprecio del cristianismo por la libertad, su comodidad en la ignorancia autocomplaciente y su agenda totalitaria me dan asco.
Budismo: filosofía, religión y estilo de vida
“Si al budismo le interesara el proselitismo, tendríamos más de los 10.000 simpatizantes con los que en promedio contamos en Colombia”, dice Olga Lucía Sierra, directora del Centro Yamantaka, en Bogotá.
Supongo que ser mantenidos por actores de Hollywood como Steven Segall y Richard Gere, además de las ingentes donaciones de organismos como la CIA no deben suponerles un problema de finaciación. ¿Para qué iban a hacer proselitismo?
“La gente llega aquí porque siente que algo no lo tiene contento. Sobre todo si está viviendo un cambio importante en su vida”, agrega Sierra, profesora de la cátedra Introducción al Budismo en la Universidad del Rosario, donde ha comprobado el interés que esta corriente está despertando hoy entre los jóvenes. “Los muchachos buscan herramientas para la vida diaria, porque sienten que sus inquietudes no son respondidas. Pican aquí y allá y aquí encuentran una creencia que no se basa en profesar una fe ciega”.
De hecho, como con el resto de fascistas supersticiones, el budismo sí requiere de fe. Decir lo contrario es mentir descarada y tendenciosamente. Aunque no es que espere algo distinto de un representante de cualquier religión.
En estos tiempos de consumismo, el budismo -y la imagen de uno de sus mayores líderes, el Dalai Lama– parece un credo hecho a la medida de la actualidad, pues siembra sus bases en la insatisfacción.
Por ejemplo, el Dalái Lama estaba insatisfecho con la cantidad de petróleo que compraba EEUU y por eso apoyó la invasión a Afganistán y, siendo ese faro de virtud y sabiduría que es, a día de hoy todavía no sabe decir si está en contra o a favor de la invasión de EEUU a Irak.
Y estaba insatisfecho con que todos los tibetanos tuvieran acceso a estándares de vida medianamente sanos y por eso buscó una macartista facción paramilitar dentro del ejército indio a su completa disposición para sacar a los chinos que querían imponer su malvada agenda de que todos tuvieran acceso a un acueducto.
Muchos adeptos al budismo lo asumen como un entrenamiento para aprender a reconocer, manejar y controlar las ’emociones afectivas’ que afectan de forma negativa (el enojo, la rabia, los celos, el egoísmo, la envidia) y, así, aprender de autocontrol a través de la meditación. “Budista es quien quiere cambiar su interior, por eso no es necesario ser monje -explica Sierra-: se trata de ti, tu mente, tu sufrimiento, las causas de ese sufrimiento y su solución”.
¡La glorificación de la lobotomía!
En uno de los salones del centro Yamantaka, deja ver altares con figuras del Buda, vasos de agua que representan ofrendas, imágenes de deidades expuestas en las paredes. Algunas críticas al budismo se refieren a ese uso de las imágenes. “Es puro desconocimiento. Cada símbolo tiene su razón de ser y son representaciones de estados mentales”.
Qué periodismo tan flojo, perezoso y complaciente. Esa es una crítica vana y superficial del budismo. ¿Por qué no pueden hacer una crítica seria al budismo?
El artículo sigue con un chamán que cree en la virgen y se ocupa de la santería. Pueden visitarlo y leerlo los que tengan estómago para tanta impostura junta.