Esta es una carta que Manuel Carvallo, de la Asociación Escéptica de Chile (AECH), le escribió a los jóvenes cristianos de ese país, que me parece totalmente acertada y que no tiene por qué estar destinada exclusivamente a los jóvenes creyentes chilenos. El país es lo de menos:
Esta carta está destinada para ti, joven, que has depositados tu fe y tu vida en la Santa Biblia y en Jesucristo.
Está dirigida para ti joven Católico y para ti joven Protestante. No se me olvidan ni Advenstistas, ni Testigos de Jehová. Tampoco quedan excluidos los jóvenes Pentecostales, ni Metodistas, ni Presbiterianos ni Calvinistas ni Anglicanos. Todos y cada uno de los seguidores de Cristo están invitados.
Según lo que he aprendido en mi corta vida, a partir de las enseñanzas recibidas de tus hermanos en la Biblia; el Dios en que creen, es un Dios excepcional. No solo creó el universo y la vida que en él habita gracias a un acto Glorioso de Amor, sino que además le debemos la Salvación a través de Jesús y la redención de cada uno de nuestros pecados si creemos en Él.
Si no fuera suficiente, ha dejado para sus hijos, la Biblia, como fuente de toda Verdad Eterna, así como fuente de toda Vida Espiritual. Un libro tan excepcional debió ser hecho por Dios mismo.
¿Y qué nos pide a cambio? Que creamos en Él y que amemos a nuestro prójimo como hermanos que somos. La Fe en su Palabra es el soporte para toda la humanidad. Es increíble lo poco que nos pide por toda la Misericordia recibida.
A ti joven Cristiano, a quien quiero inspirar con palabras de aliento, te pido Fe en Dios y Fe en la Biblia. No dudes de la Verdad de su Palabra, no dudes de tus pastores de buen corazón, quienes con su apoyo, tu vida resulta mucho más fácil. Joven Cristiano, no dudes.
En cambio, te exhorto a la Fidelidad. Que Dios vomitará de su boca a los tibios (Apocalipsis 3, 15 -16). Por eso te pido que te alejes de todo lo que te haga dudar, aléjate de todo instrumento nacido de la duda. Aléjate pues, de este mundo banal.
Olvídate de la Medicina y de los antibióticos, que con arrogancia han permitido que tantos seres humanos puedan vivir hasta a una edad respetable. Abandona todo medicamento y todo fruto de la biología y la química. Abandona a los médicos y sus secuaces Darwinistas.
Huye de Maxwell y sus satánicas leyes que permitieron la segunda gran unificación en la física, al explicar a la electricidad y el magnetismo como un sólo fenómeno. Arroja por la ventana tu Ipod, tu televisor, tu laptop y todo bastardo de la tecnología atea y progresista. No debes poseer nada que haya nacido de la duda y la curiosidad.
Escupe en su cara a la Neurociencia y a todos quienes quieran entender el funcionamiento del cerebro en todo su magnífico esplendor. Castiga a todo niño que se pregunte por la naturaleza del universo, a todo niño que se pregunte por la razón de la redondez de la luna o por qué el fuego produce calor. No permitas el cuestionamiento de la Verdad, que Dios es la causa de todo fenómeno que veas. La luna es redonda por la Voluntad Divina.
¿Quieres predicar la palabra del Altísimo usando Internet? ¡No seas un traidor! ¡Cómo es posible siquiera que pienses en subir videos a Youtube y disfrutar de tu música descargada por medios tan diabólicos como los promocionados por los ateos como Bill Gates y su infame Windows 7!
Y ni pensar en ir a la Universidad, eso sí que no. Ni soñar con ganar un premio Nobel o realizar un aporte en la investigación que pueda dañar la Fe en el Dios Único. Reniega de la Astronomía de Carl Sagan, de la Biología de Richard Dawkins, de la Filosofía de Daniel Dennet y de la física de Richard Feynman. Ni siquiera pienses en leer algo de Isaac Asimov.
Se te enseñó que nadie puede adorar a dos dioses a la vez, ¿cierto? O renuncias a la ciencia y a todos los beneficios palpables y toda su inspiradora investigación que han beneficiado tanto tu vida y de tal forma que si no fuera por ella, ni siquiera podrías estar leyendo este articulo electrónico a través de un medio ateo y amoral como lo es tu sofisticado netbook; o renuncias a tu Fe en el Dios que has creído, quien te exige Fe en exclusividad a su Sagrado Libro.
Por cierto, nadie te impedirá seguir disfrutando de los logros de la paciente labor de la ciencia y su duda sistemática, los ateos no somos tan crueles. Es más, puedes seguir creyendo que el mundo se creó en seis días y que las olas del mar son producidas por un Ángel de Dios productor de olas marinas, mientras disfrutas de la televisión gracias a los satélites puestos en órbita según las leyes del movimiento descritas por los infames Galileo y Newton. Sólo pienso que ser un poco consecuente con tus creencias no estaría nada de mal y espero que esta carta te motive a vivir en comunidad, lejos de toda la tecnología y beneficio moderno y liberal, tal como lo hacían en Israel hace 3000 años atrás. ¡Suerte!