Muchos no están de acuerdo y acusan ese planteamiento de cientficista (?). De hecho, hay algunos que afirman que la religión también produce conocimiento.
Esa es una afirmación que encuentro lo más de divertida pero que muchas personas se toman en serio, como es el caso de Patrick McNamara.
Afortunadamente también hay personas cuerdas y sensatas, como Jerry Coyne, dispuestas a retar esas simpáticas afirmaciones, partiendo de la comparación que McNamara hace al decir que si del arte se puede desprender conocimiento, también se puede desde la religión:
En primer lugar, la música, la literatura y la poesía no producen verdades sobre el universo que no requieran verificación independiente por parte de la investigación empírica y racional: es decir, a través de la ciencia (interpretada en sentido extenso). Estas bellas artes no nos transmiten nada de hechos sobre el mundo salvo que esos hechos puedan ser replicados por la razón, la observación o la experimentación. Todas las otras “verdades” de las artes caen en la clase de “realizaciones emocionales”.
Yo podría, por ejemplo, sentir una unidad con la humanidad de la lectura de Tolstói, o la sensación de que tengo que “aprovechar el día” al ver Never Let Me Go. Si bien valdría la pena considerar estas cosas como conocimiento, entendiendo ampliamente el “conocimiento”, no es a lo que los ateos -y muchos fieles- nos referimos por “verdades”. Las “verdades” religiosas del tipo de las que estamos hablando son declaraciones acerca de cómo es realmente el universo, como las siguientes: “Encontrarás la vida eterna al aceptar a Jesús como tu salvador” o “Hay un ser celestial en el cielo que responde a las oraciones y regula el mundo”. O “Un profeta judío, el hijo de Dios, fue crucificado hace dos milenios y, al morir de este modo, nos redimió del pecado”. O “Hay un ser celestial en el cielo que responde a las oraciones y regula el mundo”. O “Un profeta judío, el hijo de Dios, fue crucificado hace dos milenios y, de este modo de morir, nos redimió del pecado”. O “Encontrarás vírgenes (también conocidas como uvas pasas) en el cielo si mueres mártir de la fe”. O “Mahoma voló al cielo en la parte trasera de un caballo blanco”.
Otras formas de “conocimiento” religioso, como “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”, o “No matarás”, no son hechos o realidades sino guías de comportamiento, y todas ellas son (y han sido) fácilmente derivadas de la moral laica.
En segundo lugar, si MacNamara cree que podemos obtener conocimiento útil de la religión, ¿cuál es ese conocimiento? ¿Por qué nunca ha dado un ejemplo? Y ¿es es conocimiento derivado únicamente de la religión, o se encuentra disponible en otra parte? ¿Cuáles son las verdades eternas que podemos obtener sólo de la fe?
Finalmente, cuando usted lee una novela como Ana Karenina, usted sabe que es ficción: si desde el esfuerzo usted se da cuenta de cosas sobre sí mismo, o sobre las emociones humanas, no se está obligado a afirmar la existencia física real del Conde Vronsky o de Karenin. Por el contrario, los descubrimientos emocionales que se derivan de la fe requieren de la creencia absoluta en una serie de propuestas ridículas, incorrectas o no verificables.
Christopher Hitchens ha ofrecido su desafío a los creyentes, y yo ofrezco el mío: díganme exactamente qué “conocimiento” ha establecido la religión que no sea derivable de la razón secular. Al igual que Hitchens, todavía no he recibido respuesta.
Y no creo que la reciba.
Para los que se estén preguntando cuál es el desafío de Christopher Hitchens para los creyentes (que de hecho es un desafío doble), aquí va:
nombre una declaración ética hecha, o una acción ética realizada, por un creyente que no podría haber sido pronunciada o realizada por un no-creyente. Y aquí está mi segundo desafío. ¿Puede cualquier lector de esta columna pensar en una declaración retorcida hecha, o una mala acción realizada, precisamente a causa de la fe religiosa? La segunda pregunta es fácil de responder, ¿verdad? La primera -la he estado preguntando desde hace algún tiempo- todavía espera una respuesta convincente. ¿Con qué derecho, entonces, los fieles asumen este irritante manto de rectitud? Ellos tienen muchas cosas tanto por las que pedir disculpas como cosas que tienen que explicar.
Supongo que eso hace un 3 a 0, ganando nosotros, los racionalistas.