Al menos ese sería el contenido de mi defensa al absurdo juicio que están llevando a cabo en Jordania contra los dibujantes del Jyllands-Posten que dibujaron a Mahoma. La frase iría acompañada de las caricaturas que tanto les molestan y me aseguraría de nunca pisar un país que esté tan atrasado que contemple en su código penal el delito de blasfemia.
Un tribunal jordano inició el juicio contra el dibujante danés Kurt Westergaard y otros diecinueve periodistas y medios de comunicación acusados de “blasfemia” por publicar hace seis años caricaturas del profeta Mahoma.
Esto me recuerda que ya se acerca el 20 de Mayo, Día de Dibujar a Mahoma en nombre de la libertad de expresión.
El año pasado participé aunque no me quedó tan bien, por falta de tiempo. Este año, aunque no es que me sobre el tiempo, trataré de hacerlo mucho mejor, pues quiero blasfemar lo más esmerada y elegantemente posible. Y que me juzguen en Jordania, que me declaro culpable.