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“Cientificismo”

También conocido como “reduccionismo científico” es un término que me han querido aplicar desde hace algún tiempo.

Creo haber encontrado una valiosa explicación en el blog de Jerry Coyne, Why Evolution is True (también tiene un libro llamado así), que reproduzco a continuación:


Después de leer un terrible artículo en la web de la National Public Radio (NPR) sobre la novelista Marilynne Robinson y su bufido sobre el “cientificismo”, creo que finalmente he descubierto por qué los ateos somos constantemente acusados ​​de este comportamiento. Cuando nos dicen que somos culpables de “cientificismo”, no tienen la intención de decir que los ateos o los científicos seamos fríos, racionalistas insensibles, ciegos a la belleza y las maravillas de este mundo. Tampoco significa que contamos con la ciencia en cada interacción que tenemos con el mundo, incluyendo el ver arte, estar enamorados y así sucesivamente. Nadie que tenga ojos para ver puede apoyar tal acusación. Los científicos somos un grupo bien leído (sigo sosteniendo que leemos muchas más novelas que los libros de ciencia que leen los profesores de Inglés), tenemos familias y relaciones satisfactorias, y muchos de nosotros, como Sagan y Dawkins, son abiertamente francos acerca de la belleza que encontramos en nuestro trabajo y nuestro mundo.

No. Cuando se utiliza como un adjetivo despectivo, “cientificismo” significa lo siguiente:

la práctica de aplicar la racionalidad y el estándar de la prueba a la fe.

Para las personas religiosas y los acomodacionistas, esta práctica es un no-no. Es por eso que el adjetivo es peyorativo.

“Cientificismo”, entonces, es una palabra en código religioso en el mismo sentido que “la espiritualidad” es el código para “sentimientos de trascendencia que deben ser considerados religiosos”. Tal vez estoy machacando lo obvio.

Robinson, una excelente novelista (disfruté mucho Housekeeping y Gilead, que ganó un Pulitzer), es también religiosa -una congregacionalista que a veces predica en su iglesia. Y ella ha estado en una cruzada contra el ateísmo, escribiendo y hablando sobre él a menudo y siempre conectándolo con el cientificismo. Su nuevo libro, Absence of Mind (no lo he leído) continúa esta crítica; la Yale University Press lo describe como “desafi[ante de los] ateos posmodernos que están en una cruzada en contra de la religión bajo la bandera de la ciencia”. Síp, nosotros somos esos desagradables, siempre preguntando por la evidencia. Pero, ¿qué es un ateo “posmoderno”?

El artículo de Marcelo Gleiser en la NPR, atractivamente titulado “¿Pueden los científicos extralimitarse?” (la respuesta, por supuesto, es “sí”), no es más que la regurgitación y la adulación de puntos de vista de Robinson. (Gleiser es un profesor de física en Dartmouth).

Robinson es particularmente crítica del cientificismo fundamentalista como el que predican Richard Dawkins, Daniel Dennett y Steven Pinker, entre otros. La lectura es difícil, pero bien vale la pena.

¿Cientificismo fundamentalista? ¿Es eso lo que caracteriza a los “ateos posmodernos”?

Esto, en pocas palabras, es el quid de su argumento: la Ciencia pinta una imagen maravillosa del mundo, pero necesariamente incompleta. Reducirlo todo a la ciencia y sus métodos empobrece a la humanidad. Necesitamos diversidad cultural y eso incluye la cultura de la religión.

Por supuesto que estoy de acuerdo en que necesitamos la diversidad cultural, pero no defiendo el aspecto de la diversidad cultural que apoya las mentiras, permite la superstición, o se propagandiza a los niños. Gleiser sigue:

¿Qué hace que algunos científicos estén tan seguros de su ciencia? La práctica de la ciencia, después de todo, se basa precisamente en la incertidumbre, un teoría sólo funciona hasta que sus límites son expuestos. De hecho, esta es un buena cosa, ya que las nuevas teorías brotan de las grietas de las viejas.

Para que la ciencia avance debe fallar. Las verdades de hoy no serán las verdades de mañana. Por lo tanto, pregunta Robinson, ¿de dónde viene esta certeza? Ella va a examinar varios casos, señalando sus debilidades. Esencialmente, los científicos no deben hacer generalizaciones basados exclusivamente en la ciencia.

La afirmación de los religiosos de que que los científicos somos arrogantes siempre me divierte. En serio, ¿quiénes son los arrogantes? Los científicos son casi siempre provisionales en sus conclusiones. Últimamente he estado leyendo un montón de trabajos sobre la evolución, y me llamó la atención la frecuencia con que las conclusiones son calificadas por palabras como “esto sugiere que” o “esta conclusión debe considerarse como provisional”. Muchos trabajos sugieren líneas adicionales de investigación que podrían apoyar o falsear sus conclusiones. A la larga, son los religiosos, quienes están seguros, los prepotentes. ¿Con qué frecuencia oye usted, en el discurso religioso, que “mi conclusión de que existe dios debería, por supuesto, ser considerada como provisional, sujeta a la refutación por los hallazgos del mal injustificable”, o “tal vez hay un cielo, pero tal vez no, no tengo mucha evidencia”. Si ellos recurrieran a la evidencia, los fieles no serían capaces de decir nada.

Y es falso sugerir que toda la verdad científica es efímera, por que algunas verdades de hoy seguirán siendo verdades de mañana. Una molécula de agua todavía tendrá dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, el SIDA seguirá siendo causado por un virus, la Tierra todavía girará alrededor del Sol. Aunque el concepto de verdad absoluta e inmutable es ajeno a la ciencia, hemos encontrado un montón de cosas que probablemente se mantendrán como “verdades” ya que es poco probable que se revoquen. En su denuncia posmoderna de que la “evidencia” científica es débil y cambiante, Robinson tiene la clara intención de desacreditar la ciencia al mostrar que, después de todo, no es tan diferente de la religión (¿Tal vez ella no se acuerda de que es religiosa?). Robinson ve otras similitudes también: la ciencia, como la religión, puede ser utilizada para fines malos:

En el 2006, Robinson escribió un mordaz comentario sobre El Espejismo de dios de Richard Dawkins para Harper’s Magazine, “Cientificismo histérico: El éxtasis de Richard Dawkins”.

“Así que la mala ciencia sigue siendo ciencia más o menos en el mismo sentido en que la mala religión sigue siendo religión. Que ambas pueden hacer un daño a gran escala está claro. El prestigio de ambas es gran parte del problema, y en la la época moderna la credibilidad de cualquier cosa llamada ciencia es enorme. Como lo prueba la historia de la eugenesia, la ciencia al más alto nivel no es correctiva fiable de la influencia de los prejuicios culturales, sino más bien es profundamente vulnerable a el”…

… También cito sus últimas palabras:

“Es la diversidad la que conforma cualquier sistema natural robusto y la diversidad que estabiliza la cultura en contra la excentricidad y la arrogancia que tan a menudo se han llamado a sí mismas razón y ciencia”.

Según esta teoría, los países escandinavos debería ser mucho menos “robustos” que Estados Unidos o, de hecho, Arabia Saudita. Pero lo opuesto es verdad. Como Greg Paul ha demostrado, de hecho hay una correlación negativa entre la religiosidad de una sociedad y los índices sociológicos de su bienestar. Eso no prueba que la religión desestabilice la sociedad, pero sí sugiere que las sociedades inestables y disfuncionales se vuelven religiosas como mecanismo de defensa -ya sea para buscar el auxilio de un padre celestial o como una forma de cerrar filas, una postura en la que se identifica a las personas como las que pertenecen al grupo y las que no, actitud que uno asume cuando se siente acosado.

Es realmente triste que una novelista brillante como Robinson use su capacidad intelectual para denigrar de la ciencia en un intento público de reforzar su fe. Al final, Gleiser le hace eco al acomodacionismo de Robinson:

Los ataques frontales a la religión y sus prácticas sólo producirán más animadversión. El fundamentalismo lleva a más consagración , no a la conciliación. Tal vez un mejor enfoque es el de enseñar la ciencia como realmente funciona, constantemente dedicada a un intercambio de dos vías con la cultura de su tiempo.

Tal vez un mejor enfoque consiste en enseñar la religión como realmente funciona, constantemente dedicada a mentirle a los niños y a rediseñar sus dogmas conforme avanzan la ciencia y la moral laica. ¿Por qué necesitamos la conciliación?

Yo tengo otro reparo: ¿cómo vamos a ser posmodernos quienes buscamos aplicar la racionalidad y el estándar de la prueba a la fe? La posmodernidad, en realidad es antimodernidad, con su retórica antipositivista y el rechazo a la Razón y la herencia que nos dejó la Ilustración en un fallido, risible y penoso intento por resucitar -nunca antes mejor dicho- el absurdo romanticismo al que Karl Marx le dio en buena hora santa sepultura.

Supongo que lo que encuentro más atroz de este panorama es que no sólo ateos sino también muchos científicos se han sumado a la Cruzada contra la Razón en la mal llamada posmodernidad, plataforma pseudohedonista que busca complacer a todos.

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