Hace unos días comentaba con una amiga el tema del estudio y el trabajo en la cárcel como beneficios para reducir la condena. Así que es una total coincidencia que ahora se anuncie un ‘revolcón’ a los beneficios carcelarios por educación y trabajo y, por supuesto, siguen enfocándolo mal:
El ministro del Interior y de Justicia, Germán Vargas Lleras, explicó que principalmente se propenderá que los beneficios que reciben los detenidos por trabajo y estudio sean controlados.
La idea es que se cree un estricto sistema de redención de penas por estudio, basado en logros y no simplemente en horas de asistencia.
“En el futuro sólo el interno que obtenga los logros en los distintos programas académicos podrá ser beneficiario de redenciones de penas por estudio”, explicó.
Eso es un error del tamaño de una catedral. Probablemente muchos de los internos terminaron en las cárceles por falta de oportunidades y aquí las están presentando una vez más como si fueran alguna especie de trofeo, al que sólo unos cuantos pueden acceder. Estudiar y trabajar deben ser obligatorios.
Este es un país que tiene servicio militar obligatorio. ¿Por qué cargar armas y seguir órdenes de una manera completamente acrítica es obligatorio mientras que se deja como opcional y voluntaria la mejoría personal que a la vez puede prestar cierto adelanto a la sociedad?
No debería existir ninguna exención ni beneficio por estudio o trabajo. Ni siquiera con buenas o malas calificaciones. Lo que debería haber es un régimen educativo y laboral para todos los reos.
De esta forma es probable que se redujera la reincidencia en algún grado y que la rehabilitación -que es lo que se supone que hacen las cárceles- empezara a cobrar una mínima vigencia -que ya sería algo-.
Pero no. Este país siempre ha sido mezquino y renuente a darle a los más necesitados las herramientas necesarias para salir adelante: se planea reformar la Ley 30, con lo que empieza el proceso de privatización de la educación y se está impulsando la Ley Lleras que busca frenar el libre acceso al conocimiento y la cultura. Con este nuevo Código Penitenciario hacen la tripleta: sigamos aumentando la brecha social.