No me extraña que esa recua de camanduleros derechistas quiera imponerle al país su absurda visión del mundo, basada en un libro medieval plagada con los peores ejemplos de comportamiento humano que una mente sana jamás idearía.
Sin embargo para el ponente, eso no es así:
La Biblia ha ocupado, ocupa y seguirá ocupando un lugar de trascendental importancia en la historia de la humanidad. Es un libro maravilloso… en ella aprendemos principios que nos ayudan a crecer personal y espiritualmente
Yo sigo insistiendo: los paramilitares y sus amigos, familiares y cuotas políticas deberían aprender a leer.
Por ejemplo, entonces podrían leer a personas con más neuronas de las que ellos alguna vez tuvieron, como Robert Green Ingersoll, quien afirmaba:
La Biblia, el libro más espantoso jamás escrito. El gran fraude, engaño y mentira de Occidente: negocio de deshonestos y refugio de mal informados. Me parece imposible que un hombre civilizado ame o adore o respete al dios del Viejo Testamento. Un hombre realmente civilizado, una mujer realmente civilizada, deberían observar a semejante Dios con aborrecimiento y desprecio.
O a José Saramago, quien entendía que leer no es sólo posar los ojos sobre la tinta en el papel:
La biblia es un manual de malas costumbres, un catálogo de crueldad y de lo peor de la naturaleza humana.
O al menos podrían pedirle a alguien que les leyera lo que dice Pat Condell:
Si estás buscando en la Biblia una guía para vivir una vida compasiva, sabia y humana, bueno, francamente, tienes más posibilidades de encontrar un club de striptease en la Meca o un niño virgen en un orfanato católico.
Me encanta cuando los supuestos representantes de las mayorías ponen de manifiesto su ignorancia y afirmen que la Biblia está llena de amor, error que ya cometió también David Luna.
Aunque la intolerancia de Espíndola va mucho más lejos. Para él, la Biblia no tiene ningún “rótulo de religiosidad”.
Y ese no fue ni siquiera su mayor error. Sino que dijo algo más, que demuestra su ignorante beatitud:
Es fundamental encontrar, conocer y aplicar tales principios en procura de experimentar una vida llena de comportamientos ejemplares, lo que representa enormes beneficios, sobre todo, en una sociedad como la nuestra, donde priman la ausencia de principios y valores, que no comparte y hasta rechaza las pautas bíblicas
Por el contrario, aquí se aplican muy bien esos conceptos: violencia de lado y lado, hasta quedarnos sin ojos y sin dientes; los ingenuos siempre siendo defraudados, poniendo la otra mejilla; eligiendo corruptos mesías que polarizan al país y de nuevo al ojo-por-ojo; machismo, homofobia, racismo, genocidio, ridiculez… Todas ellas pautas bíblicas. La ignorancia es atrevida, sí que lo es.
Incluso, suponiendo que la Biblia realmente fuera un texto digno de alabanza, sigue siendo un texto religioso. Sus códigos morales sólo aplican para los que se creen ese mentiroso cuento de hadas. Pero para ellos y para el resto de nosotros tenemos un texto que marca el código moral de todos (al menos como debería ser): la Constitución y las convenciones de DDHH.
Tener un día para celebrar una ridiculez religiosa va en contra del laicismo, o sea, de la separación entre la Iglesia y el Estado.