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Colombia, Banana Republic: Prohibición a las drogas

Creo que mientras el peor enemigo de las libertades individuales, el fanático fundamentalista católico y criptofascista, Alejandro Ordóñez, siga siendo Procurador, este país seguirá siendo una República Bananera.

Esta vez le ha pedido a la Corte Constitucional que acepte la ilegalización y penalización del consumo de drogas. Como de costumbre, al tinterillo con diploma se le da fatal ofrecer argumentos de peso:

El jefe del Ministerio Público adujo que “el consumo y el mercado de drogas ilícitas generan costos económicos para sociedad, algunos de tipo económico como la organización de fuerzas policiales, sistemas judiciales, tratamientos sanitarios y programas de rehabilitación, y otros no económicos como el elevado costo en vidas, violencia, deterioro de la vida comunitaria, miedo y posibilidades colectivas malogradas”.

¿Generan costos económicos para la sociedad? Colombia ha estado en una burbuja económica y ha logrado sobrevivir crisis en Latinoamérica y el mundo gracias al tráfico de drogas. Las mentiras son las especialidad del Procurador.

El costo en vidas, puede ser: pero cada quien decide si quiere seguir viviendo o no, o irse quitando la vida lentamente. Prefiero perder mi vida a perder mi libertad (y esa incluye el consumo de drogas).

Violencia: la seguirá habiendo mientras la droga sea ilegal.

En criterio del Procurador, la adicción a las drogas no puede ser motivo de protección, pues el problema de las drogas no sólo atañe a quien las consume.
“Ni el porte ni el consumo de drogas son asuntos propios de la vida íntima de las personas. Basta considerar que las drogas son cultivadas, procesadas, transportadas, distribuidas y vendidas por otros, para advertir que no se trata de un asunto que corresponda de manera exclusiva a quien las porta y a quien las consume”, dijo.

El porte no, pero el consumo sí. Entonces, en criterio del Torquemada colombiano, si uno cultiva y procesa su propia droga ¿puede consumirla?

El Procurador también sostuvo que la autonomía personal y el individuo mismo, tienen un “claro límite en los demás”.

Según él, “la convivencia está regida por normas que son el resultado de un proceso democrático de consenso más que de imposición, razón por la cual el porte y el consumo de drogas no son asuntos íntimos, ni individuales, sino asuntos sociales relevantes para el derecho”.

Siguiendo ese orden de ideas, también deberíamos suprimir la religión, el peor mal que jamás ha conocido la humanidad y que idiotiza a las personas (este funcionario no sólo es un claro ejemplo, sino el mejor ejemplo), las amputa emocionalmente y les suspende sus facultades críticas. Eso hace que necesariamente cualquiera se vuelva una carga para los demás.

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