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Islamofobia

Christopher Hitchens decía que el ateísmo militante se caracteriza por tener un concepto de la fe que en el mejor de los casos es estúpida y en el peor de los casos es peligrosa. Yo me identifico con esa postura. Nada bueno ni deseable puede salir de suspender las facultades críticas.

Pero resulta que tratar a todas las fes por igual, con el mismo escepticismo, haciéndoles las mismas preguntas y con el mismo desprecio resulta racista.

Así es. Una vez más, el multiculturalismo se asegura que se le dé un trato especial a unos por encima de otros.

Y para esto han acuñado un nuevo término: “Islamofobia“.

Así, puedo burlarme, criticar y poner en el completo ridículo que se merecen tanto al cristianismo como al judaísmo. Pero alzar la ceja por la ablación de clítoris en algunas corrientes islámicas es racista. ¿Por qué? Todavía no lo sabemos. ¿Estoy condenando a alguien por su color de piel, el de sus ojos, el de su pelo o el lugar donde nació? No. Estoy criticando una idea que tiene origen en una pseudofilosofía fascistoide en la que las mujeres son tratadas peor que sus mascotas.

¿Y por qué me dicen racista o que discrimino a los musulmanes cuando también he criticado esa práctica medieval en las poblaciones indígenas latinoamericanas? Creo que podría quedarme horas hablando de la izquierda regresiva que por su rencor contra EEUU se aliaría con el mismísimo diablo —si existiera— pero, por supuesto, ese sería un artículo un poco más ideológico.

Así que me quedo con la razón y examino esto de la islamofobia.

Por un lado, tenemos el islam, que es una religión.

Por el otro lado tenemos la fobia, que puede ser entendida o como un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado o como un temor irracional compulsivo.

Y ahí es donde no entiendo: por lo que sé ningún psiquiatra ha documentado este tipo de fobia. Y aún más importante: el temor a la religión no tiene nada de irracional. Es más: me parece la conducta más racional y sana que pueda adoptar cualquier persona. La religión hace mucho daño. Como diría Bill Maher:

Una de las quejas formuladas contra mí es: “¡Oh, Bill, eres malvado. ¿Por qué tienes que ir tras la religión? Le da consuelo a la gente, no hace ningún daño”. Está bien, aparte de la mayoría de las guerras, las Cruzadas, la Inquisición, el 11-S, los matrimonios arreglados de niños, la voladura de escuelas de niñas, la supresión de las mujeres y los homosexuales, las fetuas, la depuración étnica, las violaciones por honor, los sacrificios humanos, la quema de brujas, las bombas suicidas, la justificación de la esclavitud, y la sistemática follada de niños, hay pocas cosas con las que tengo problema.

En resumidas cuentas la islamofobia es un neologismo que describe algo que no existe. La fobia es un miedo irracional y creo que cualquiera que haya atestiguado el 11-S, o las consecuencias del 11-M o haya visto el documental Submission de Theo Van Gogh –que le costó la vida-, o Fitna de Geert Wilders podrá darse cuenta que el miedo a la ‘religión de la paz’ –oxímoron por excelencia- puede ser cualquier cosa menos irracional.

El miedo a cualquier religión es racional, saludable y debe ser promovido.

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