Es así como, a aquellos que no vemos a las mujeres como simples incubadoras humanas y actuamos en consecuencia nos dicen que hemos perdido nuestra dignidad humana.
El autor de esta ridiculez se llama Demeterio Fernández y es el Obispo de Córdoba, España:
El hombre contemporáneo se aparta de este proyecto de Dios cuando se deja contagiar por la mentalidad anticonceptiva de nuestra época. En muchos ambientes y en muchos corazones la aspiración es a disfrutar lo más posible de la sexualidad humana como fuente de placer, evitando a toda costa el nacimiento de un nuevo hijo en el seno de la familia. Esta mentalidad no es nueva, es tan vieja como el hombre. Pero en nuestros días se ha acentuado, empleando para ello los medios técnicos al alcance, que hoy son mayores que en otras épocas: la píldora anticonceptiva y todos los métodos químicos o artificiales para impedir la fecundación, llegando incluso a la esterilización masculina o femenina que convierte al varón y a la mujer en un simple objeto, perdida ya su dignidad de persona humana.
Estoy confundido: como seres vivos tenemos sentimientos y sentidos, así que disfrutar del sexo es algo que sólo podemos hacer algunos seres vivos, sin embargo si lo hacemos ¿nos convertimos en objetos? ¿Dónde está la lógica en eso? Pero de nuevo, pedirle a un obispo que razone es como pedirle a Bush Jr. que piense.
La mentalidad anticonceptiva no sólo lleva al disfrute y goce del cuerpo con que nos dotó la evolución, sino que también es parte de lo que nos hace humanos. Como ateo, hace mucho me despojé de la arrogante y egoísta idea de que vengo al mundo por alguna razón específica más allá de que mis papás querían un hijo. Eso de que vine al mundo para cumplir un objetivo o con una meta predeterminada es una concepción utilitarista del ser humano (¡esa sí!). Pero para mí la vida es un fin en sí misma y como es la única que tengo (yo sí creo que la muerte es definitiva, no voy más, ciao, bye, adieu) planeo disfrutarla al máximo.
Y en vista de que respeto la vida humana pero a la vez estoy convencido de que somos muchos seres humanos (la cantidad de seres humanos que alguna vez ha poblado el planeta rompe un nuevo récord cada día), he decidido no tener hijos. Así puedo contribuir con la disminución de la población. Tampoco considero que un zombie cósmico con complejo de superioridad me manda los hijos, sino que yo decido tenerlos por mi cuenta o no tenerlos, así que estoy a favor de todo tipo de anticonceptivo.
Y aún hay más propuestas de pacotilla: La Familia como base natural de la sociedad. La familia, a diferencia de lo que los cristianos piensan, es una construcción social. Es tan natural como la religión (¿cuándo han visto a un animal rezando?). La base de la sociedad es el individuo. Cuando no voy al trabajo, soy yo quien no va. Cuando decido hacer una propuesta a título personal, mi familia no tiene nada que ver en eso. El contrato social es el del individuo con la sociedad. Así que antes de proteger la Familia, se protege al Individuo con sus libertades individuales intactas. ¿Que la familia sólo son padres heterosexuales e hijos? ¿Y cómo carajos explican una familia constituida por la abuela y sus nietos, o una familia en que los tíos todos varones se hagan cargo de un sobrino huérfano? ¿Es que deja de existir una familia cuando uno de los padres muere?
Con frecuencia, las organizaciones que llevan la palabra “Familia” en su nombre son de chiflados homofóbicos antielección en los que no se puede confiar.
En resumen: si eres un hedonista que disfruta la vida, no le impone sus cuentos de hadas a nadie y a la vez quieres que la cantidad de personas que habitan el mundo descienda considerablemente, no tienes dignidad humana. En cambio, si traes más niños a este valle de lágrimas, difundes mentiras acerca de la ineficacia de los condones, adhieres a una organización con Estado propio cuyo deporte nacional es la pederastia y funciona como una mafia, tienes dignidad humana.
Y yo que pensaba que la dignidad humana era otra cosa. Estaba equivocado con aquello de que nos alcancen los recursos para repartirlos equitativamente y cada ser humano pueda vivir decentemente, sin que haya curas que los violen para luego obligarlos a tener hijos que no quieren.