Por qué soy ateo
¿Por qué no crees en Dios? Me hacen esa pregunta todo el tiempo. Siempre trato de dar una respuesta sensible y razonada. Esto por lo general es incómodo, un desperdicio de tiempo y sin sentido. Los que creen en dios no necesitan una prueba de su existencia y ciertamente no quieren evidencia de lo contrario. Están felices con su creencia. Incluso dicen cosas como “para mí es verdad” y “es la fe”. Aún así doy mi respuesta lógica porque siento que no ser honesto sería ser condescendiente y maleducado. Por eso resulta irónico que “No creo en dios porque no existe absolutamente ninguna evidencia científica de su existencia y de lo que he oído, su propia definición es una imposibilidad lógica en este universo conocido” resulte condescendiente y maleducado.
Otra acusación es la arrogancia. Que parece especialmente injusta. La ciencia busca la verdad. Y no discrimina. Para bien o para mal, encuentra cosas. La ciencia es humilde. Sabe qué conoce y sabe qué no conoce. Basa sus conclusiones y creencias en evidencias resistentes – evidencias constantemente actualizadas y mejoradas. No se ofende cuando se conocen nuevos hechos. Abraza el cuerpo del conocimiento. No se aferra a prácticas medievales porque sean tradición. Si lo hiciera, no conseguirías inyecciones de penicilina sino que pondrías una sanguijuela bajo tus pantalones y rezarías. En lo que sea que “creas”, no es tan efectivo como la medicina. De nuevo, tú puedes decir “A mí me funciona”, pero también te funcionan los placebos. Lo que quiero decir es que dios no existe. No digo que tu fe no exista. Sé que la fe existe. Lo veo todo el tiempo. Pero creer en algo no lo hace cierto. Tener esperanzas en que algo es cierto, no lo hace cierto. La existencia de dios no es subjetiva. O él existe o no existe. No es una cuestión de opinión. Tú puedes tener tus propias opiniones pero no puedes tener tus propios hechos.
¿Por qué no creo en dios? No, no, no. ¿Por qué crees tú en dios? Sin duda la carga de la prueba recae sobre el creyente. Tú empezaste. Si yo viniera y te dijera “¿Por qué no crees que puedo volar?” tu me dirías “¿Por qué debería hacerlo?”. Yo respondería “Porque es una cuestión de fe”. Si en cambio yo dijera “Pruébame que no puedo volar. Pruébame que no puedo volar. ¿Lo ves? ¿lo ves? No puedes probarlo ¿o sí?”, tú probablemente te irías, llamarías a seguridad o me arrojarías por la ventana gritando “Vuela, entonces, lunático”.
Este es, por supuesto, un tema de espiritualidad. La religión es una cuestión diferente. Como ateo no veo nada “malo” en creer en dios. No creo que haya un dios y creer en él no hace ningún daño. Si te ayuda de alguna forma, eso está bien por mí. Es cuando la creencia empieza a infringir los derechos de los demás que me preocupo. Nunca te negaría el derecho a creer en un dios. Yo simplemente preferiría que no mataras a nadie que, digamos, cree en un dios diferente. O que lapides a alguien hasta la muerte porque tu libro de reglas te dice que su sexualidad es inmoral. Es extraño que alguien que cree en un poder todopoderoso, que todo lo sabe y omnisciente responsable por todo lo que pasa, también quiera juzgar a las personas por lo que son. De lo que he entendido, el peor tipo de persona que puede ser es un ateo. Los primeros cuatro mandamientos recalcan este punto. Hay un dios, yo soy él, nadie más lo es, tú no eres tan bueno y que no se te olvide (“No matarás” no llega sino de sexto).
Cuando me encuentro con alguien que tiene gran desprecio por mi carencia de fe, siempre le digo: “Así me hizo dios”.
Pero ¿de qué se acusa realmente a los ateos?
La definición del diccionario de Dios es “un creador sobrenatural y supervisor del universo.” Se incluyen en esta definición a todos los dioses, diosas y seres sobrenaturales. Desde el comienzo de la historia, que se define por la invención de la escritura por los sumerios hace unos 6000 años, los historiadores han catalogado más de 3700 seres sobrenaturales, de los cuales 2870 pueden ser considerados deidades.
Así que la próxima vez que alguien me diga que cree en Dios, voy a decir “Oh, ¿cuál? ¿Zeus? ¿Hades? ¿Júpiter? ¿Marte? ¿Odín? ¿Thor? ¿Krishna? ¿Vishnu? ¿Ra? …” Si me responden que “Sólo Dios. Creo en el Dios único”, voy a señalar que son casi tan ateos como yo. Yo no creo en 2870 dioses, y ellos no creen en 2869.
Yo solía creer en dios. En el dios cristiano.
Yo amaba a Jesús. Él era mi héroe. Más que las estrellas del pop. Más que los futbolistas. Más que a Dios. Dios era, por definición, omnipotente y perfecto. Jesús era un hombre. Tuvo que ganárselo a pulso. Tuvo tentación, pero venció el pecado. Tenía integridad y coraje. Pero él era mi héroe porque era amable. Y él era amable con todos. No cedía ante la presión de grupo o la tiranía o la crueldad. No le importaba quién eras. Él te amaba. Qué tipazo. Yo quería ser como él.
Un día cuando yo tenía 8 años, yo estaba dibujando la crucifixión como parte de mi tarea del estudio de la Biblia. Yo también amaba el arte. Y la naturaleza. Amaba cómo dios había hecho a todos los animales. También eran perfectos. Incondicionalmente hermosos. Era un mundo maravilloso.
Yo vivía en una expansión urbana muy pobre, de la clase trabajadora, llamada Reading, a unos 40 Km del Oeste de Londres. Mi padre era un obrero y mi mamá era un ama de casa. Nunca me sentí avergonzado por la pobreza. Era casi noble. También, todos los que yo conocía estaban en la misma situación y yo tenía todo lo que necesitaba. La escuela era gratuita, mi ropa era barata y siempre estaba limpia y planchada. Y mamá siempre estaba cocinando. Ella estaba cocinando el día que yo estaba dibujando la cruz.
Yo estaba sentado en la mesa de la cocina cuando mi hermano llegó a casa. El era 11 años mayor que yo así que el debía tener 19. Él era la persona más inteligente que yo conocía, pero era muy descarado. Él contestaba y se metía en problemas. Yo era un niño bueno. Iba a la escuela y creía en Dios – qué alivio para una madre trabajadora. Verán, al crecer en donde yo lo hice las mamás no esperaban que sus hijos fueran doctores; ellas simplemente esperaban que ellos no terminaran en la cárcel. Así que críalos creyendo en Dios y ellos serán buenos y respetarán la ley. Es un sistema perfecto. Bueno, casi. El 75% de los estadounidenses son cristianos temerosos de dios; el 75% de los presos son cristianos temerosos de dios. El 10% de los estadounidenses son ateos; el 0,2% de los presos son ateos.
En todo caso, ahí estaba yo dibujando felizmente a mi héroe cuando mi hermano mayor preguntó: “¿Por qué crees en dios?” Una pregunta sencilla. Pero mi mamá entró en pánico: “Bob”, dijo en un tono que yo sabía que significaba “Cállate”. ¿Por qué era malo preguntar eso? Si había un dios y mi fe era fuerte, no importaría lo que la gente dijera.
Oh… momento. No hay dios. Él lo sabe y ella lo sabe muy en el fondo. Fue tan sencillo como eso. Empecé a pensar al respecto y a formular más preguntas y al cabo de una hora, era ateo.
Guau. No hay dios. Si mi mamá me había mentido acerca de dios, ¿también había mentido acerca de Papá Noel? Sí, por supuesto, pero ¿a quién le importa? Los regalos seguían llegando. Y también los regalos de mi recién hallado ateísmo. Los regalos de la verdad, la ciencia y la naturaleza. La verdadera belleza de este mundo. Aprendí sobre la evolución – una teoría tan sencilla que sólo pudo llegar con el más grande genio de Inglaterra. La evolución de las plantas, los animales y nosotros – con imaginación, libre albedrío, amor, humor. Ya no necesitaba una razón para mi existencia, simplemente una razón para vivir. Y la imaginación, el libre albedrío, el amor, el humor, la diversión, la música, los deportes, la cerveza y la pizza son razones lo suficientemente buenas para vivir.
Pero vivir una vida honesta – para eso se necesita la verdad. Esa fue la otra cosa que aprendí ese día, que la verdad, sin importar qué tan chocante o incómoda es, al final conduce a la liberación y la dignidad.
Entonces, ¿qué significa realmente la pregunta “¿Por qué no crees en Dios?”? Creo que cuando alguien te pregunta eso, ellos realmente están cuestionando su propia creencia. En cierta forma están preguntando “¿Qué te hace tan especial? ¿Cómo es posible que no te lavaran el cerebro como al resto de nosotros? ¿Cómo te atreves a decir que soy tonto y que no iré al cielo? ¡Jódete!” Seamos honestos. Si sólo una persona creyera en dios, sería considerada bastante extraña. Pero como es un punto de vista muy popular, es aceptado. ¿Y por qué es tan popular? Es obvio. Es una proposición atractiva. Cree en mí y vivirás por siempre. De nuevo, si este fuera sólo un caso de espiritualidad, estaría bien.
“Haz a los demás…” es una buena regla. Yo vivo por ella. El perdón es probablemente la virtud más grande que hay. Pero eso es exactamente lo que es – una virtud. No simplemente una virtud cristiana. Nadie es dueño de hacer el bien. Yo hago el bien. Yo simplemente no creo que seré recompensado por ello en el cielo. Mi recompensa es aquí y ahora. Y sabiendo eso, trato de hacer lo correcto. He vivido una buena vida. Y ahí es cuando la espiritualidad realmente perdió su camino. Cuando se convirtió en un palo para golpear a la gente. “Haz esto o arderás en el infierno”.
No arderás en el infierno. Pero en todo caso, sé amable.
Blog // ¡Felices Fiestas 2010!
¡Felices Fiestas 2010!
Desde De Avanzada les deseo a todos unas felices fiestas de solsticio de invierno.
Para tal efecto les transcribo el Mensaje de Fiestas del fantabuloso Ricky Gervais: