Hace unos días mencioné que en la ONU se gestaba una votación que excluía a la comunidad LGBT de protección especial frente a las ejecuciones extrajudiciales.
Pues bien, resulta que Colombia se ha abstenido de votar (junto con otros países avanzadísimos en DDHH tales como Bielorrusia, Camboya, Mauricio, Mongolia, Sri Lanka, Tayikistán, Tuvalu y Vanuatu).
No hacer nada cuando las personas pueden ser juzgadas -y condenadas a muerte- en razón de su preferencia sexual y de la persona que aman es una condena silenciosa y una atrocidad.
En este momento es que vale la pena citar a Edmund Burke:
Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada.
Solo me queda decir maldito país. Y no es que yo odie ser colombiano. Lo que pasa es que me avergüenza.