Blog // Contenido chatarra: ‘Somos lo que comemos’

Contenido chatarra: ‘Somos lo que comemos’

Hace varios años dimos sepultura al género documental, porque los documentales pasaron de ser el registro y la transmisión fidedigna de los hechos, a volverse una manera de hacer propaganda y activismo.

No es que el fenómeno sea particularmente novedoso — por ejemplo, la impresentable arpía conocida como Teresa de Calcuta le debió su lanzamiento al estrellato a un ‘documentarista’ más interesado en el mercadeo que en los hechos. No obstante, la entrada en escena de Internet y las redes sociales facilitaron la explosión de los panfletos activistas travestidos de documentales, como las imposturas intelectuales de ZeitgeistEl mundo según MonsantoLa educación prohibida ó 9.70, por mencionar algunas.

La aparición de los servicios de streaming sólo podía servir para exacerbar el problema. Por eso no es de extrañar que uno de los primeros “documentales” de Netflix —si no el primero— haya sido la serie Making a Murderer (Fabricando a un asesino), que cuenta los 18 años que Steven Avery pasó en la cárcel por un crimen que no cometió, y luego el juicio y la condena por un asesinato que Avery sí habría cometido después de que hubiera recuperado su libertad; la serie, que retrata a Avery como alguien que habría sido condenado injustamente dos veces, omitió varias de las pruebas del segundo juicio que fueron determinantes en el veredicto, lo cual es bastante relevante en vista de las varias peticiones para que esta segunda condena también sea perdonada. El genero ‘documental’ se convirtió en una herramienta del activismo.

Un sector que desde muy temprano aprovechó los golpes de efecto y la manipulación emocional que se pueden conseguir en el cuarto de edición fue el del veganismo (y vegetarianismo), que no tiene escasez de pseudodocumentales satanizando la producción, comercialización y el consumo de carne. (Casi la totalidad de veganos que conozco tomaron la decisión de abandonar la carne después de ver uno o más de estos productos audiovisuales.). Así que tan sólo era cuestión de tiempo para que esta ideología nos fuera presentada con la etiqueta de ‘documental’ en los servicios de streaming.

Primero vino Game Changers, y luego, a principios de 2024, Netflix estrenó You Are What You Eat (Somos lo que comemos), una serie en la que le hacen seguimiento a cuatro pares de gemelos, de los que uno sigue un régimen veg mientras que el otro come una dieta que incluye carne; y, mira por dónde, el resultado al final de la serie es que los gemelos que comieron platillos veg son más “saludables” que los que comieron carne. Claro que esto tiene sus bemoles.

You Are What You Eat es presentado como un programa con información nutricional científica basado en un ensayo clínico que comparó la salud de 22 pares de gemelos idénticos alimentados uno con una dieta vegana frente al otro con una omnívora — dicho ensayo clínico es el conocido como estudio de gemelos de Stanford, en el que investigadores de esa universidad le dieron las dietas divergentes a los 44 participantes durante ocho semanas, tiempo al cabo del cual descubrieron mejoras en la salud cardiovascular de los gemelos que no comían carne. El estudio concluyó que una dieta vegana se asociaba a reducciones estadísticamente significativas del colesterol LDL y de la insulina en ayunas después de cuatro semanas, y que el efecto persistía a las ocho semanas.

La primera advertencia que vale la pena hacer es que el ensayo clínico fue financiado por la Vogt Foundation (al igual que Game Changers y You Are What You Eat); una fundación —sin página web ni entrada en Wikipedia— del empresario Kyle Vogt. (Hay un Charley Vogt que se presenta como Secretario-Tesorero de la Junta de Directores de la Vogt Foundation, y resume su cargo como “financiando organizaciones que protegen a los animales y promueven los productos a base de plantas“.)

La segunda advertencia sería tener en cuenta que Beyond Meat (una empresa productora de alimentos sustitutos de la carne) financia la Iniciativa de Dieta Basada en Plantas de la Facultad de Medicina de Stanford; y el autor líder del estudio, Christopher Gardner, es un vegano convencido que también recibe financiación por parte de Beyond Meat.

A pesar de que el ensayo clínico concluye que la dieta veg sería más saludable que la que contenía porciones de carne (algo que se repitió hasta el cansancio en las notas de prensa), los autores fueron lo suficientemente honestos para reconocer las limitaciones del estudio: el tamaño de la muestra era bastante pequeño (44 participantes en dos grupos), la duración del experimento fue muy corta (ocho semanas), no se le hizo seguimiento a los participantes tras finalizar su participación en el ensayo clínico, y la que a mí me parece más importante es que las porciones utilizadas en el estudio no eran isocalóricas; o sea que no se molestaron en asegurarse de que los gemelos consumieran una cantidad similar de calorías, lo que puede explicar perfectamente que los sujetos a los que se les ofrecieron dietas veg perdieran peso —por pura restricción calórica—, lo que a su vez explicaría la reducción del colesterol LDL.

Los autores decidieron concluir que una dieta vegana igual sí presentaba “ventajas cardiometabólicas” frente a una dieta omnívora, a pesar de que los resultados pueden ser adecuadamente explicados por la cantidad de calorías ofrecidas con cada dieta (algo que los autores del estudio sabían y hasta mencionaron en las limitaciones — yo no me explico cómo esto no fue detectado durante la revisión por pares).

En resumen, un ensayo clínico más bien débil fue pasado como el hipermegadescubrimiento que vendría a reivindicar el veganismo y las dietas a base de plantas. Y entonces a alguien se le ocurrió la genial idea de hacer un ‘documental’ de Netflix al respecto — que Kyle Vogt haya sido el Productor Ejecutivo de la serie me lleva a pensar que él fue ese alguien.

De hecho, a pesar de que la premisa de la serie era la presentación del estudio de gemelos de Stanford, resulta que el plato fuerte realmente es la propaganda vegana, con guarnición de productos y marcas veganas; y tanto el ensayo clínico como el seguimiento a los ocho gemelos pasan a ser simples aderezos — es casi como si a Vogt ni siquiera le importara presentar el estudio.

A lo largo de cuatro episodios, activistas e ‘investigadores’ asaltan al televidente con lo malas, malvadas que son las industrias de la carne y los lácteos, y lo buena que es una dieta vegana frente a la dieta estándar americana (SAD, su sigla en inglés). Sí, leyeron bien: no sólo se dejan de lado el experimento, sino que además mueven la portería a medio camino, y se ponen a comparar las supuestas ventajas de la dieta veg, ya no frente a la dieta omnívora o carnívora, sino frente a la dieta SAD.

La comparación es absurda por donde se le mire. La dieta SAD se caracteriza por tener alimentos procesados, carbohidratos refinados, azúcares añadidos, grasas refinadas, productos lácteos y carnes rojas. Lo que hace que la dieta SAD sea poco saludable son los alimentos procesados (y ultraprocesados) y los carbohidratos. Así que por supuesto que, en principio, una dieta veg podría ser más saludable que la dieta SAD, aunque no porque esta última incluya lácteos y carne roja. Y también hay escenarios en los que una dieta con carne podría ser más saludable que una veg: al fin y al cabo, la carne de vacas alimentadas con pasto (en vez de grano) es bastante menos procesada que cualquiera de los productos de Beyond Meat. Para completar, no tenemos una definición clara y unívoca de qué son alimentos ultraprocesados.

En fin, que hacen la vieja confiable de comparar los platos veg más saludables con las comidas carnívoras menos saludables, se dicen a sí mismos que han probado empíricamente que la preferencia nutricional por la cual tienen una obsesión psico-morbo-afectiva es más saludable, y se dan palmaditas en la espalda por estar del lado moralmente correcto.

La serie es simplemente bizarra, pues lo que fue promovido como una representación de un estudio científico que comparaba dos dietas con gemelos termina reducido a la más ramplona propaganda vegana; la producción ni siquiera intentó esconder ni controlar los sesgos con los que venían: para asesorar los platos ofrecidos contrataron a un nutricionista vegano, pero en ningún momento presentan a uno carnívoro u omnívoro. En otro momento le hacen seguimiento a cuatro de las gemelas —y sólo a las mujeres— y el impacto de la dieta en su nivel de excitación sexual (?), para lo cuál las ponen a ver pornografía mientras usan un sensor para medir el nivel de calor de sus zonas genitales (!).Y eso es cuando tienen la amabilidad de mantenerse en el tema de los gemelos y las dietas. Pero la gran mayoría del tiempo la serie consiste en un listado de ‘argumentos’ veganos que uno no se explica qué tienen que ver con los gemelos y sus dietas dispares.

Por ejemplo, cuando no están sugiriendo que todas las enfermedades son producto del consumo de carne, vuelven a la falacia vegana por excelencia de intentar hacer sentir culpables a los consumidores de carne por la supuesta conexión entre la ganadería y la emisión de gases efecto invernadero — qué importa que abandonar la carne no sea un buen granito de arena contra el cambio climático. En otro momento desfilan al congresista americano Cory Booker y también al actual alcalde de Nueva York, Eric Adams, quien habría dejado de necesitar sus medicinas contra la diabetes al adoptar una dieta veg (lo cual es maravilloso por él, pero no venía a colación).

La serie es tan descaradamente propagandística que podría haber terminado costándole credibilidad al ensayo clínico sobre el cual decía basarse (y que, como vimos, ya era un tanto mediocre de por sí). Creo que más personas habrían estado dispuestas a abandonar el consumo de carne si sólo hubieran escuchado del estudio y nunca se hubiera creado la serie. Pero pues los propagandistas veg verán en qué despilfarran su dinero.

Nunca deja de ser chistoso que si realmente somos lo que consumimos, el mejor consejo que yo podría ofrecer es que no vean la serie Somos lo que comemos, pues no es más que contenido chatarra.

(imagen: Netflix)

Post Recientes

Loading

Pin It on Pinterest

Share This