Hace dos días la prensa reportó que el papa Frank llegó en ambulancia al hospital Gemelli de Roma para ser tratado por una infección respiratoria.
Los detalles que rodean el caso son muy extraños: si los caminos de dios son inescrutables, ¿quién demonios se cree que es Jorge Bergoglio para buscar terminar con la infección que dios puso ahí? Además, ¿por qué no simplemente rezar y ayunar (la receta que él mismo le dio al pueblo ucraniano cuando empezó la masacre)?
Y es que, para más inri, si hay alguien que debería estar ilusionado con la vida después de la muerte, donde pasará la eternidad con dios, según las enseñanzas de la Iglesia que dirige, esa persona es el Papa Francisco. ¿Por qué entonces trata tan desesperadamente de posponer el encuentro?
¿Acaso sentarse a la derecha de dios padre por toda la eternidad no figuraba como parte de los beneficios en la carta descriptiva del cargo? Uno creería que habiendo sido elegido directamente por dios —quien “inspiró” a los cardenales en el cónclave para que lo eligieran como representante personal y portavoz de dios en la Tierra— el Papa Francisco no se aferraría tan obstinadamente al Más Acá, a este Valle de Lágrimas, y en cambio estaría un poco más entusiasmado por la oportunidad de irse al Más Allá.
Seguramente le pondrán un llamado de atención con copia a la hoja de vida por esta flagrante demostración de falta de fe.
(inspirado por Rosa Rubicondior | imagen: BBC/Twitter)