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Psicología evolucionista, dimorfismo sexual e ideología

por Jerry Coyne:


(Nota para no biólogos: “dimorfismo sexual” se refiere a cualquier rasgo o comportamiento que difiere entre los sexos, como la cola adornada del pavo real macho, el color más brillante del azulillo sietecolores macho —y de muchos pájaros— y el comportamiento de construcción de emparrados de los pájaros jardineros masculinos pero no femeninos.)

Hay alguna gente amigable con la ciencia (incluso ateos) que simplemente descartan todo el campo de la psicología evolucionista en humanos, diciendo que sus fundamentos teóricos son débiles o inexistentes. Siempre he respondido que esa afirmación es una tontería, porque sus “fundamentos teóricos” son simplemente la afirmación de que nuestros cerebros y comportamientos, así como nuestros cuerpos, muestran características que reflejan la evolución de nuestros antepasados. Mientras que algunos estudios de psicología evolucionista son débiles, y he sido crítico de ellos, la disciplina en su conjunto está creciendo en rigor y sin duda debe no ser desestimada en su totalidad.

Los que todavía lo hacen, sin embargo, deberían responder a esta pregunta:

¿Por qué los machos humanos son más grandes y fuertes, en promedio, que las hembras?

Esto es cierto no sólo en nuestra especie, sino en nuestros tres parientes más cercanos: los chimpancés, los orangutanes y los gorilas, así como en la mayoría de los primates (hay algunas excepciones, como los gibones).

La respuesta más obvia es la competencia entre machos: nuestros antepasados masculinos compitieron entre sí por las mujeres, y los cuerpos más grandes producían competidores más exitosos. Esa diferencia de tamaño puede ser útil tanto en la competencia física directa (¡como en ciervo mula!) o simplemente en la dominación, como el establecimiento de territorios o, incluso, en mostrar que tienes “mejores genes”. (De hecho, la elección de pareja en función del tamaño aún puede operar en los seres humanos si las hembras prefieren a los machos más grandes o más altos en oposición a los más pequeños como yo.) Y si los machos competían por las hembras, eso refleja la diferencia entre los sexos en la estrategia reproductiva — o sea , en el comportamiento. Por último, si el resultado físico de esta diferencia de comportamiento se mantiene en nuestra especie, ¿por qué la diferencia de comportamiento en sí misma no permanece también, con los machos compitiendo por la atención femenina? De hecho, diversos estudios psicológicos y sociológicos muestran que este es el caso en los humanos modernos.

Por mucho tiempo, las bases teóricas de la diferencia de comportamiento han sido comprendidas y apoyadas con datos: la diferencia en la inversión parental que generalmente hace que los machos discriminen menos en la elección de parejas mujeres (el esperma es barato; el embarazo y amamantar, costosos). La teoría también hace predicciones fundadas. Una de ellas es la siguiente: en las especies (tanto de primates y no primates) en las que los hombres tienen una mayor variación entre los individuos en el éxito reproductivo (es decir, los que tienen “harenes” frente a los que son más monógamos), las especies que tienen más variación (son más “polígamas”) deberían mostrar una diferencia de mayor tamaño entre machos y hembras. Porque en aquellas especies en las que un macho puede acumular una gran cantidad de hembras, dejando una gran cantidad de machos como solteros castos, habrá una selección más fuerte para que los machos sean más grandes. Y eso es lo que encontramos.

Así que los que descartan la psicología evolucionista al por mayor todavía deben explicar por qué en cada sociedad humana los machos son en promedio más grandes que las hembras. (La respuesta probablemente no suponga una diferencia ecológica de sexos en nuestros antepasados, ya que tales diferencias ecológicas no parecen existir en nuestros parientes primates más cercanos.) Y si admites que esas diferencias en el tamaño corporal reflejan la evolución de los antepasados, ¿por qué los opositores de la psicología evolucionista afirman que las diferencias en el comportamiento que produjeron el dimorfismo físico ya no están con nosotros?

No se trata de justificar las diferencias sexuales en el comportamiento como “correctas” o “morales”. Esa es la falacia naturalista. Pero la oposición de izquierdas a la psicología evolucionista como una disciplina válida en principio, sobre todo cuando se trata de diferencias en el comportamiento sexual, me parece más basada en ideología que en biología. Los ideólogos no pueden permitir ninguna posibilidad de que hombres y mujeres se comporten diferente debido a su evolución. Estas personas piensan que esto sería reforzar la opinión de que un sexo sería “mejor” que el otro.

Pero que haya evolucionado no quiere decir que esté bien o que sea inevitable; y todo el mundo con dos dedos de frente lo sabe. Los seres humanos pueden haber evolucionado para ser xenófobos e incluso violentos hacia los miembros de ‘otros grupos’, pero tenemos la capacidad mediante la cultura y el aprendizaje de superar esa tendencia. Y, de hecho, la superación de la xenofobia resulta ser tanto más útil y más ética en un mundo de grandes interacciones entre las personas y las naciones — interacciones muy diferentes de las experimentadas por los pequeños grupos sociales de nuestros ancestros africanos.

La biología no es ideología, pero la ideología tampoco debería dictar la biología.

(Imagen: Filmstiftung via photopin cc)

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